16 sept 2014

#MÉXICO DA #PEÑA

@BarbaraCabrera

“Los sumisos, los mansos, los indiferentes, los sufridos, los resignados, son la masa, la muchedumbre que con su pasividad, su modorra y falta de carácter hace lento y doloroso el avance de las sociedades”
Ricardo Flores Magón

15 y 16 de septiembre, dos días en que el patriotismo se desbordó. Los políticos lo saben y aprovechan, unos más que otros. Es fecha en que se da el grito y desfile para conmemorar la independencia de México.
El primero de ellos es donde centro la atención de esta Nornilandia.
Días después de que el zócalo fue utilizado de estacionamiento por la clase política que acudió a escuchar la perorata peñanietista en un evento exclusivo en Palacio Nacional; la plancha de aquella importante plaza fue rodeada de vallas y sitiada para dar paso a lo que dicen se trata de una fiesta nacional. En esta parte retomo una vez más mi dicho de que el gobierno tiene miedo (http://bit.ly/1g6Um3k)
Una celebración donde la gendarmería se estrenó en el Distrito Federal basculeando bebés ante la indignación generada en redes sociales, a través de las cuáles levantamos la voz y exigimos respuestas y respeto.
Todo ello se presenta a pesar de que el señor Peña por interpósita persona (léase Osorio Chong) presentó al iniciar el período ordinario de sesiones, una iniciativa con carácter de preferente para salvaguardar los derechos de los niños. Por lo que lo ocurrido en el zócalo en el marco del festejo del grito se traduce en otro sinsentido del gobierno federal, con la complacencia de un Jefe de Gobierno del Distrito Federal que se limitó a decir en Twitter: “Así se vive el orgullo de ser mexicano en el #Zócalo capitalino #VivaMéxico #mm”
El de este año (2014) fue un grito desdibujado, donde no es un secreto que el nivel de aceptación de Peña y su sexenio va en franco descenso y eso preocupa bastante a la élite que lo consecuenta.
Este ha sido un grito para sordos, con miles de acarreados, algunos les dicen los trasladados, donde las Peñalibers hicieron notar su desfogue al señor Peña y que requirió 464 autobuses llevarlos a la “fiesta de la democracia”; no sin antes escuchar una avivada arenga de un líder vecinal del Estado de México que concluyó con un “que Dios los bendiga, tendrán el privilegio de disfrutar el festejo junto al señor Presidente”
Esos, fueron los ciudadanos que vendieron su dignidad por una torta. Ante ello mi pregunta vía Twitter fue: Y ¿con cuántas tortas se llena el zócalo? Esos mismos ciudadanos fueron instados a llenar camiones para llegar al Zócalo y llegado el momento gritar con enjundia ¡viva México!, donde los más creativ@s y alocad@s sacaron de su ronco pecho un ¡viva peña!; eso sí, ninguno de ellos estuvo presente en la suntuosa fiesta post grito. Una vez pasado el descolorido grito leído en un teleprompter fueron desalojados y regresados a sus colonias, de donde seguramente serán sacados para el próximo evento.
Más allá de seguirnos preocupando por el grito auspiciado por los gobernantes con nuestros impuestos, lo que debe alarmarnos es el silencio del pueblo.
En este país vivimos algo que puede considerarse como un círculo tortuoso, donde la corrupción está organizada; la impunidad, disimulada; la opacidad, favorecida, la discrecionalidad es duradera; los privilegios se sostienen; y la complicidad es privilegiada.
A aquellos ciudadanos pensantes y observantes de las circunstancias imperantes, nos queda claro que si ese grito hubiese sido realista, las arengas de Peña serían:
¡Vivan los gasolinazos!, ¡Viva la venta de playas a extranjeros!, ¡Viva tener 56% del país en la pobreza!, ¡Vivan los acarreados que llenan el zócalo!, ¡Viva la corrupción, la impunidad y la transa!, ¡Viva el PRI!, ¡Viva el PRI!, ¡Viva el PRI! y así por el estilo.
Lo cierto es que en el recuento de los dos gritos de Peña, las tendencias no lo favorecen, ni a nosotros tampoco. Estamos en tiempos en que la peor enfermedad de los políticos es la de ambición desmedida por el poder; y observo que EPN está en fase terminal; y donde desafortunadamente hace falta mucha más ciudadanía crítica, informada, activa, participativa, capaz y valiente para cambiar su entorno para hacer la diferencia.
Me quedó y hago mía la expresión leída en el más reciente libro de Sergio Aguayo: “Hay que tener el ego y las convicciones bien puestas y equilibradas”
Y ustedes ¿de qué lado de la historia quieren ser situados? ¿De aquél en que los ciudadanos agacharon la cerviz y callaron? ¿O de aquél que tomó en sus acciones el protagonismo que implica ser ciudadano en toda la extensión de la palabra?
¡Lo dejo a la reflexión!
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!