15 feb 2017

ENTRE VIBRADORES, RESISTENTES Y APÁTICOS

@BarbaraCabrera

“Declaro llanamente mi guerra al Estado, a mi modo, aunque seguiré haciendo uso y obteniendo cuantas ventajas puede de él, como es habitual en estos casos”
Henry David Thoreau

La marcha #VibraMéxico anunciada con bombo y platillo resulto no causar ñañaras en un sistema resquebrajado y en una sociedad altamente dividida. Ni hablemos que Donald Trump [últimamente considerado como el ajonjolí de todas las opiniones, miedos y tweets] ni la sintió… sencillamente no estaba en su radar.
Transitamos entre los implacables defensores de la marcha y aquellos que de manera férrea pedían no asistir bajo el hashtag #YoNoVibro. Así se mueve la sociedad civil y uno que otro político disfrazado de ciudadano. Mientras otros permanecen apáticos, inertes, como maniquíes. Como si nada ocurriera, cuando aquí y allá pasa de todo. Ese hecho ejemplifica lo que nos pasa como sociedad, como país. Con esa cara nos presentamos al concierto de naciones. Eso ocurre manifestación, tras manifestación y es un fenómeno que parece ir en desgastante crecimiento.
¿Qué es lo que está sucediendo? ¿No se supone que todos queremos un mejor país? ¿A que se debe la división? ¿Sumarse o no a los esfuerzos de otros? ¿Qué hacemos? son algunas de las interrogantes que surgen sin encontrar brújula y donde las respuestas dependerán de la palestra e ideología donde cada cual se sitúe.
Estamos ante varios frentes, si antes -por poner un número- teníamos 10 mil problemas por resolver, ahora éstos se han multiplicado de tal forma que son incontables.
Construir ciudadanía ¿hacia dónde? ¿Cómo?  Un poco de rumbo se tendrá si se toma en cuenta que las múltiples problemáticas deben ser combatidas de adentro hacia fuera. Convocar a marchar para repudiar las políticas de Donald Trump [quien por cierto, no se si ya lo notaron pero no nos gobierna] y descuidar exigir mejores prácticas gubernamentales y rendición de cuentas en este país, es mostrar un sinsentido, un camino que créanme no llevará a ningún lado porque viene de ninguna parte.
Desde #Nornilandia y cada día pugno por un gobierno que deje de simular ayudas: ya basta de ver al gobierno como el paters familia y el todopoderoso. Pugno por un gobierno que sin aparentar proporcione herramientas al ciudadano para mejorar su calidad de vida, por ejemplo un sistema educativo que vaya más allá de la visión del creador de “ler” sí, de de Aurelio Nuño y de una buena vez enseñe a pensar, a debatir, a disentir para la mejor toma de decisiones; un país de oportunidades, pero no de esas que lanza chichiguas al aire para ver quien las cacha; uno de empleos dignos y sueldos acordes, para que no se tenga que emigrar a otras naciones en búsqueda de mejores oportunidades y una vez deportados ser recibidos por el señor inquilino de Los Pinos en turno como si se tratara de medallistas olímpicos. Ni aun cuando EPN diga que se entregará en cuerpo y alma en defensa de los mexicanos. Pugno por un gobierno que no esté en manos de aprendices [recuérdese al quien se auto etiqueto como tal: “se los digo de corazón y con humildad: vengo a aprender de ustedes” confesó Luis Videgaray Caso o aquellos que se cansan a la menor provocación ¡como olvidar al fatigado Jesús Murillo Karam!. Pugno porque los sueldos, compensaciones, sobresueldos, bonos y canonjías a los altos funcionarios se frenen y adecuen a la realidad que vivimos. Pugno por una ineludible desregulación legislativa e institucional. Pugno por la construcción de una ciudadanía proactiva, pensante, demandante, observante; capaz de hacer un cambio desde su ámbito, por mínimo que a veces parezca.
Ya basta de protagonismos exacerbados, cuando este país requiere liderazgo. No se trata de que se vaya uno y llegue otro. El cambio debe y tiene que darse desde las bases.
Y ustedes ¿se atreven a hacer la diferencia?
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!