18 oct 2017

LA VULGAR “INDEPENDENCIA”

@BarbaraCabrera

“La política necesita a gente que no necesite a la política”
Paul Carvel

CANDIDATURA INDEPENDIENTE: postulación individual que realiza un aspirante a un cargo de representación popular. A través de esta figura los ciudadanos pueden solicitar su registro ante la autoridad electoral, sin la mediación de los partidos políticos. La Constitución la contempla como parte de los derechos ciudadanos.
Así la definición en papel ¿y que ocurre realmente? A continuación, algunas reflexiones:
En México, con motivo de la reforma político-electoral del año 2012, comenzó a abrirse la puerta para las candidaturas independientes. Fue hasta el 10 de febrero de 2014 cuando se publicó en el Diario Oficial de la Federación los requisitos que deben cubrir aquellos aspirantes a este tipo de candidaturas. Actualmente, éstas conviven con el sistema de partidos.
A la vuelta de la esquina nos aguarda 2018 ¡la madre de todas las elecciones en la que México nos urge -una vez más- un cambio! Y aunque las candidaturas independientes ya se habían estrenado, llevando a unos cuantos a los escaños públicos; unos ejercidos con dudosos resultados (por aquello del manejo de agenda, ajeno a sus responsabilidades, ahí le hablan al joven José Pedro Kumamoto) y en algunos casos con desastrosas secuelas (¿a poco no, Jaime Rodríguez alias “El Bronco”?). Con tintes de “chapulineo” fenómeno que tanto criticaban y ahora hacen suyo (el hambre por el poder es canija, pues); será 2018 ocasión de sumar y sumar y sumar y sumar y sumar… un número amplio de candidaturas independientes (si es que llegan a la boleta). Es significativo aludir que muchos de ellos, no lo son tal y de suyo solo tienen y tendrán el mote. (¿Verdad Margarita Zavala?)
Ahora bien, en torno a las candidaturas independientes se dicen muchas cosas, y las suspicacias se hacen presentes.
Se habla de un derecho recuperado, pues las candidaturas independientes existían antes de regular su prohibición en la Ley Electoral Federal por allá del año 1946, reforma que determinó la facultad de postular candidatos, únicamente por la vía partidista.
Cuenta la leyenda que algunos de esos independientes se erigirán en candidatos de papel, definidos como aquellos debidamente inscritos y propuestos, pero se sabe de sus escasas o nulas posibilidades de éxito para ganar una elección. Varios de ellos, se involucrarán poco en sus respectivas campañas, en pocas palabras, estaremos ante candidatos amados -y en ocasiones auspiciados- por el establishment. ¡Cuidado con ellos!
Por otra parte, estarán presentes los auténticos (aunque usted, no lo crea) los de verdad. Los que dignificarían la escena curulera o gubernamental, depende el caso. Habrá que poner lupa con harto aumento para encontrarlos, no vaya a ser que estemos -de nueva cuenta- ante ramplones chapulines que dicen: “no me interesa el poder, solo quiero ayudar. Terminaré mi periodo o mandato”. Para identificar su valía, comencemos por contrastar sus plataformas para cambiar el país (si es que la tienen, de lo contrario, digámosles: next)
Por lo pronto, bajo el manto de la “independencia” se apuntaron 86 aspirantes a la presidencia de la república, algunos no pasaron a la siguiente etapa, unas decenas ya recibieron su constancia para lanzarse a buscar el respaldo ciudadano y así lograr la tan ambicionada candidatura independiente. El desenlace lo sabremos en febrero de 2018.
Muchos, se registraron para obtener una curul en alguna de las Cámaras del Congreso de la Unión, y así la calentura “independiente” se extiende por todo el país, haciendo de este un fenómeno que he denominado la vulgar “independencia” (porque el “hueso” es muy apetitoso) Al tiempo.
Para cerrar esta columna pongo sobre la mesa de debate las siguientes interrogantes, para la reflexión y la acción: ¿Qué tan preparados estaban y están los ciudadanos para hacer suyos este tipo de derechos? ¿Cuántos “suspirantes” llegarán a la boleta electoral? ¿Votarías por un independiente? ¿Quién salvará este tipo de candidaturas de los intereses partidistas? ¿La independencia, hace la diferencia?
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!