“Tanto en Twitter, como en la
política la máxima es: no alimentes al troll”
@BarbaraCabrera
Aún no arranca 2018 y la
efervescencia en el escenario socio-político está en apogeo.
La del próximo año, es una de las
elecciones más reñidas. Votaremos 3,416 cargos públicos, entre los que destacan
el de Presidente de la República y la renovación total de los integrantes del
Congreso de la Unión.
En la escena estarán presentes no
solo los postulados por partidos políticos, a ellos se suman los
independientes. Todos con un denominador común: son políticos que suspiran,
anhelan, sueñan y viven por un “hueso”. Es así que en esta Nornilandia, les
hablaré acerca de los políticos nivel troll. Veamos.
Definición de
troll. En la
jerga de Internet, un trol, describe a una persona que publica mensajes
provocadores, irrelevantes o fuera de tema en una comunidad en línea, entre las
que destacan las redes sociales, dentro de las cuales Twitter goza de
protagonismo.
La principal intención de estos
especímenes es molestar o provocar una respuesta emocional negativa en los
usuarios y lectores, con fines diversos y así alterar la conversación normal en
un tema de discusión, logrando que los mismos usuarios se enfaden y enfrenten
entre sí. El trol puede crear mensajes con diferente tipo de contenido como
groserías, ofensas, mentiras difíciles de detectar, con la intención de confundir
y ocasionar sentimientos encontrados en los demás.
Definición de político. Persona que se dedica a la política,
interviniendo o aspirando a intervenir en el gobierno de un Estado, comunidad o
municipio. Entendiendo por política, aquella actividad orientada en forma
ideológica a la toma de decisiones de un grupo para alcanzar ciertos objetivos.
También puede definirse como una manera de ejercer el poder con la intención de
resolver o minimizar el choque entre los intereses encontrados que se producen
dentro de una sociedad.
Entonces ¿Cómo saber si estamos ante un político troll?, reconociendo sus
características, a continuación algunas de ellas:
· Sus discursos son huecos y grandilocuentes, es decir, sufren
de inflación discursiva.
· Sufren de déficit de acciones y resultados.
· No ven, ni escuchan a la ciudadanía.
· Solo te ven cuando necesitan tu voto.
· Aplican políticas públicas, a pesar –y por encima- del
pueblo.
· Aprueban leyes a su modo o al del plan sexenal en turno.
· Ejercen cualquier tipo de control, para mantener a raya a los
activistas y críticos del poder.
· Mandan poner vallas en los edificios públicos y se hacen
acompañar del malpagado y malencarado guarura.
· Imponen su voluntad.
· Parecen vivir otra realidad.
· Dividen para vencer.
De lo que no hay duda es que son una comunidad en aumento y
es preciso actuar para detenerlos.
Si ya detectaste a este tipo de políticos te preguntarás ¿Qué hacemos si estemos ante uno de estos especímenes?
Restarles poder.
Dar marcaje personal a sus actividades y omisiones.
Exigir una eficiente rendición de cuentas.
En definitiva, en 2018: Votar para botarlos.
Es todo por hoy.
¡Hasta la próxima Nornilandia!